viernes, noviembre 18, 2005

LA CUESTIÓN MINERA OTRA VEZ

Asturias ha vuelto a encontrarse sumida otra vez en una conflictividad social totalmente ficticia y promovida, ahora también, por individuos más atentos a sus intereses personales que no ya a los de la región sino, incluso, a los de clase que dicen defender.

El enésimo “Plan minero” estuvo en discusión por un quítame allá unas pajas de si las prejubilaciones deben beneficiar a quienes tienen x años o si debe tocarles a aquellos que tienen x menos y. Pondríamos decir que allá ellos, el ministerio, el presidente del gobierno o quien le plazca si no fuera por el pequeño detalle de que se juega con el dinero de todos y convencidos como estamos de que a la fecha no parece que haya servido para otra cosa que aumentar los índices de depresión en las comarcas afectadas que, además, ven como su población se reduce por el éxodo de quienes, con la paga segura en la “caja”, optan por trasladarse a localidades con mejor calidad de vida.

Es verdad que el Sr. Villa puede teatralizar hasta la saciedad su protesta, antecedentes tenemos en aquel bochornoso encierro en un “pozu” del que salió con algún problema neuronal que le llevó a afirmar aquello de “cerrarán más pozos por encima de mi cadáver” -la minería asturiana sí es un cadáver mantenido de forma artificial- pero el Sr. Villa continúa “vivito y coleando” para bochorno de propios y extraños por las piruetas desvergonzadas y golfantes del mayor peligro conocido para el futuro de Asturias pero no se puede consentir que “su” protesta incida negativamente en vidas y haciendas ajenas.

Por si la farsa no tuviera bastante con el bufón del SOMA y el acompañamiento de los líderes mineros regionales de CC.OO., ha tenido que venir a sumarse al elenco de desvergonzados un personaje como el alcalde de Oviedo para mostrarnos el extraño maridaje que reúne, en el mismo catre, a un antiguo militante de la extrema izquierda(?) con la mejor representación de los ideales de aquel ministro de Franco empeñado en que los hijos de los productores tuviesen sus propias universidades (las “laborales”) con el fin, seguramente, de que no manchasen los pupitres en los que se sentaban los hijos de quienes habían ganado o ayudado a ganar aquella infausta guerra que había conseguido que, y entre otras cosas, un pistolero fascista llegase a ministro de trabajo. Sólo faltaría que de las exiguas arcas del ayuntamiento ovetense hubiera salido el dinero que se niega en becas a escolares necesitados para pagar los desayunos de los esforzados encerrados en el ministerio de industria. Claro que cualquier cosa vale cuando de lo que se trata es de continuar manteniendo el extraño “status quo” en que ambos viven desde hace ya tantos años como el actual regidor ovetense lleva disfrutando de las prebendas que proporciona este Oviedo cada vez más Vetusta.

En cualquier caso y como no se trata en esta ocasión de los problemas de Oviedo, volvamos al tema que nos ocupa. aunque nadie niega el derecho que asiste a cada cual de tratar de conseguir las mejores condiciones posibles de vida parece que no es este el caso que nos ocupa, las prejubilaciones mineras que en sus inicios y para la mayoría de quienes se acogieron a ellas seguramente no son objetables se han convertido en el refugio de aprovechados y desaprensivos con ejemplos que por estar en la mente de todos me evitarán entrar en mayores precisiones.

Si la finalidad de aquellas estaba en mantener el tejido económico-social de las cuencas mineras asturianas en tanto en cuanto llegaba la prometida reactivación parece que no han cumplido su finalidad, dicho queda más arriba el éxodo producido en estas; si con los fondos mineros se buscaba el dotar a las cuencas de condiciones que propiciasen la reactivación y el cambio de cultura laboral y empresarial tampoco, los miles de millones se tiraron a un pozo sin fondo en el que parecen primar los intereses de las “mafias del ladrillo” sobre los intereses sociales.

Resulta realmente penoso que este cáncer social llamado José Ángel Fernández Villa siga al frente de una institución tan respetable como el Sindicato de Mineros Asturianos que, desde luego, no merece el triste final al que dirigentes irresponsables le están abocando y que no es otro que conseguir que sea recordado como el instrumento utilizado para hundir a Asturias en beneficio de intereses particulares.

Ya acabo, espero que la ciudadanía despierte y ponga a este grupito de indeseables sociales en el lugar que le corresponde, en la jubilación “forzosa” y a todas luces merecida tras los “desvelos” mostrados en defender esta tierra y a una parte de sus gentes: los lugares en los que se podían echar hormigón en abundancia y los dueños de ese hormigón. O es que alguien creía que me refería a las cuencas mineras y a sus gentes, ilusos.

Pedro-José Vila Santos

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